Un reciente estudio, pionero a nivel europeo, invita a repensar nuestros patrones de consumo y estilos de vida, con el objetivo de consumir menos y mejor, de forma más justa y sostenible, dentro de los límites del planeta.
El consumo de bienes y servicios genera una serie de impactos medioambientales que dependen, en gran medida, de nuestra forma de producir y consumir.
Para poder evaluar la sostenibilidad de nuestros estilos de vida y pautas de consumo, es necesario medir los impactos ambientales del modelo de producción y distribución, poniéndolos en relación con la evolución de la actividad económica y los umbrales de sostenibilidad.
Una forma novedosa de calcular los impactos.
Una de las novedades del estudio es que, además de analizar la huella interior o huella ecológica calculada en base a la extracción de recursos y a las emisiones resultantes de las actividades de producción y consumo dentro del territorio español, también analiza la huella de consumo.
La huella de consumo tiene en cuenta, además de lo anterior, todas las presiones ambientales de los patrones de consumo de los españoles que ejercen su impacto fuera de nuestras fronteras, a través de la importación de productos y bienes de consumo producidos y manufacturados en otros países, así como el impacto de los bienes producidos en España y que son exportados para su consumo en el extranjero.
Se calcula en base a 16 indicadores de impacto ambiental ligados a un total de 164 productos representativos, agregados en torno a cinco grandes áreas: alimentación, movilidad, vivienda, bienes del hogar y electrodomésticos.
Para su cálculo, se cuantifican la intensidad del consumo de cada producto representativo y el impacto ambiental asociado a su ciclo de vida, desde la extracción de materias primas a la gestión como residuos al final de su vida útil.
El impacto del consumo de los españoles.
El sector de la alimentación genera el 52,1% del impacto ambiental de la huella de consumo de España. Además, de entre las 16 categorías de impactos analizados, la alimentación también es el principal vector en una gran mayoría de ellas.
Los elevados impactos asociados a los alimentos se deben, fundamentalmente, al carácter altamente intensivo e industrial que presenta el sistema agropecuario, fuertemente dependiente del uso de recursos fósiles, de fertilizantes químicos y de grandes cantidades de agua.
Tras la alimentación, la segunda área con mayor impacto ambiental es la movilidad (17,1%), especialmente asociada al uso del coche privado. Le sigue la vivienda (16,2%) por el consumo de calefacción. En total, las tres acaparan más de cuatro quintas partes (85,3%) de toda la huella de consumo en España.
En comparación con el conjunto de la Unión Europea, la huella de consumo de España se sitúa por encima de la media en las áreas de alimentación (+26,3%) y electrodomésticos (+4,9%). Por el contrario, nos situamos por debajo de la huella europea en los impactos relativos a la vivienda (-29%), los bienes del hogar (-15,3%) y la movilidad (-5,5%).
Analizando con detalle nuestra cesta de la compra.
La alimentación está representada por una cesta de productos seleccionados por importancia en cantidad y valor económico, reflejando el consumo promedio del aporte nutricional del conjunto de los ciudadanos.
Las categorías alimentarias que mayor impacto tienen en España son los productos de origen animal (carnes y lácteos) seguidos de los aceites y las bebidas. Concretando aún más, los alimentos que presentan una huella de consumo más elevada son la carne de cerdo, la carne de vacuno y la de pollo, así como el vino y los quesos.
En la categoría de bienes del hogar, los que mayor huella de consumo tienen son la ropa y los muebles. De forma aún más detallada, los productos del hogar con mayor impacto son las camisetas, los detergentes para la ropa y los muebles, en unos casos por la alta cantidad de unidades de producto consumidas y, en otros, por su alto impacto por unidad de producto.
Por lo que respecta a los electrodomésticos, la contribución mayor a la huella de consumo la aportan los dispositivos electrónicos, como el televisor, el móvil o el ordenador portátil, y los electrodomésticos básicos de la cocina: la nevera, el horno y la lavadora.
Unos hábitos de consumo que nos alejan de la senda de la sostenibilidad.
Avanzar hacia nuevos modelos de producción y consumo que estén centrados en estilos de vida más saludables y sostenibles es crucial para poder desacoplar el crecimiento económico de los impactos ambientales ligados a los patrones de consumo de España, dando así cumplimiento al ODS 12 de la Agenda 2030, es decir, garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.
Sin embargo, el análisis de la huella de consumo en España evidencia que no existe tal desacoplamiento entre el crecimiento de la economía española y los impactos ambientales ligados al consumo.
El análisis muestra, además, que los patrones de consumo de España están generando impactos por encima de los límites planetarios de seguridad en 6 de los 16 impactos ambientales evaluados: cambio climático, uso de recursos fósiles, uso de recursos minerales y metales, material particulado, ecotoxicidad del agua dulce y eutrofización del agua dulce.
Dos posibles vías para mejorar: introducir cambios en nuestra dieta y sustituir nuestros electrodomésticos.
El estudio analiza varios escenarios de modificación de dietas y de eco-innovación de los electrodomésticos.
Partiendo de los datos del análisis, que determinan que la carne y los productos lácteos son responsables de una parte relevante de los impactos ambientales, el estudio evalúa los efectos sobre los impactos ambientales de realizar cambios hacia dietas con un menor contenido de carnes y lácteos.
Los cambios valorados consisten en una reducción del 25% o 50% en el consumo de carne de vacuno, lácteos, porcino, aves y derivados, que se compensa con una mayor ingesta de cereales, legumbres y huevos.
Una sustitución del 25% de productos de origen animal por productos de origen vegetal en la dieta diaria disminuiría un 20% el agotamiento de la capa de ozono y un 15% el cambio climático. Si el escenario de sustitución de productos consumidos fuese del 50%, el grado de disminución en esos mismos impactos se situaría entre el 30% y 40%.
En el caso de los electrodomésticos, la mejora de eficiencia en productos como neveras, lavavajillas, lavadoras o televisiones puede contribuir a disminuir hasta en un 11% el impacto ambiental.
El análisis también muestra que, en ocasiones, la intensidad del consumo puede ser más relevante que las posibles mejoras técnicas, sobre todo si el incremento de la eficiencia va aparejado a un aumento de la presencia de dispositivos electrónicos en el hogar.
El estudio “Sostenibilidad del Consumo en España. Evaluación del impacto ambiental asociado a los patrones de consumo mediante Análisis del Ciclo de Vida”, publicado por el Ministerio de Consumo en colaboración con el Centro Común de Investigación (JRC, Joint Research Centre) de la Comisión Europea, se puede consultar aquí.