La DANA provocó serios daños en el sector servicios y amenaza la continuidad de cientos de comercios
La DANA del 29 de octubre de 2024 ha tenido un impacto devastador sobre el tejido empresarial de servicios y comercio, según recoge el Segundo Informe de Evaluación de Daños elaborado por la Oficina PATECO, que actualiza el diagnóstico realizado en noviembre, pocas semanas después del evento.
Este segundo informe centra su análisis en los municipios donde el sector terciario ha sufrido un mayor impacto: 54 de los 103 municipios afectados. La DANA ha golpeado a más de 16.000 empresas de servicios, 18.000 locales y cerca de 87.000 trabajadores. En la Zona 0, la más perjudicada, el 92,3% de las empresas de servicios resultaron afectadas. Cabe destacar que el 96% de las empresas del sector en las zonas dañadas eran microempresas y autónomos, un perfil especialmente vulnerable ante este tipo de fenómenos extremos.
El número de locales dañados asciende a 15.000, asociados a unas 13.200 empresas. De ellos, alrededor de 5.300 habrían sufrido daños graves (35,6%) y 2.495 daños moderados (16,7%), lo que supone que más de la mitad de los negocios presenta afectaciones severas. En total, se estima que la superficie dañada en locales y establecimientos supera los 2,37 millones de metros cuadrados.
Cinco meses después del desastre, el 71,7% de los locales afectados ha conseguido reabrir, mientras que el 21,9% sigue cerrado —alcanzando un preocupante 27% en la Zona 0— y un 6,4% continúa en obras. En esta zona crítica, unos 3.000 negocios permanecen inactivos.
La estimación económica de los daños en el sector servicios —sin incluir los correspondientes al sector de transporte y logística— asciende a más de 1.800 millones de euros. De esta cifra, el 83% corresponde a daños materiales en locales y pérdidas de inventarios. Solo las pérdidas por inactividad superan los 180 millones de euros en los primeros cinco meses posteriores al desastre. En el caso concreto del comercio minorista, los daños suman 576 millones de euros.
El informe también estima que los costes asociados a la recuperación del tejido productivo deberán ser asumidos en gran medida por las propias empresas afectadas. En el sector servicios, excluyendo transporte y logística, se calcula que las empresas soportarán entre el 15% y el 25% del coste total, lo que equivale a una cifra de entre 270 y 360 millones de euros.
La recuperación empresarial, aunque en curso, avanza lentamente. La tardanza en el pago de indemnizaciones y la insuficiencia de las ayudas públicas agravan la situación de decenas de pymes locales. Más allá de la destrucción física, la DANA ha provocado una drástica reducción de la demanda, lo que ralentiza la reactivación de los negocios. Reactivar la economía local requerirá medidas que vayan más allá de la simple reconstrucción física, incluyendo incentivos para estimular la demanda y la reconstrucción de las cadenas de valor afectadas.
El informe subraya, además, una debilidad estructural del tejido comercial: una escasa cultura de aseguramiento. Más del 40% de los comercios afectados no disponía de seguros adecuados para cubrir catástrofes naturales, lo que ha dificultado su capacidad de reabrir o de reconstruirse tras el desastre. A esta carencia se suma la falta de alternativas digitales de venta y la alta exposición física de los locales situados en plantas bajas, factores que han amplificado las pérdidas.
No menos importante es el impacto emocional que la DANA ha dejado entre empresarios y trabajadores. Aunque menos visibles que las pérdidas materiales, las secuelas psicológicas están influyendo directamente en la capacidad de recuperación de las empresas y sus equipos.
El informe alerta del riesgo real de desertización comercial en las zonas más afectadas si no se ponen en marcha medidas de apoyo urgentes. Esta desertización no solo supondría la pérdida de empleo local, sino también un fuerte deterioro del dinamismo urbano y de la cohesión social.
Para evitarlo, el informe plantea dos líneas de actuación prioritarias: en primer lugar, acelerar la recuperación de las empresas, prestando especial atención a las más vulnerables, para que nadie quede atrás; en segundo lugar, establecer las bases para fortalecer la resiliencia y competitividad del tejido empresarial y del territorio a largo plazo.
Lograr estos objetivos exigirá adaptar las medidas e instrumentos de apoyo a las distintas fases del proceso de recuperación, dada su complejidad y duración. También será esencial crear un entorno atractivo y seguro para la inversión empresarial, el emprendimiento y la retención del talento, evitando el éxodo de empresas, jóvenes y trabajadores cualificados, y promoviendo incentivos para nuevos proyectos de emprendimiento.
Además, el informe insiste en reforzar la cultura del riesgo, mejorar el acceso a seguros adecuados, impulsar la digitalización de los negocios tradicionales y garantizar un flujo ágil de indemnizaciones y ayudas públicas. También recomienda monitorizar de forma continua la recuperación empresarial para prevenir que el desastre derive en una fractura económica y social duradera.
Por último, el informe destaca la necesidad de construir una visión territorial de largo plazo para las zonas afectadas, especialmente para l’Horta Sud. La DANA no hizo más que evidenciar y agravar problemas estructurales ya existentes en este territorio: desorganización urbanística, ineficiencia en la movilidad, congestión y falta de cohesión entre municipios, obsolescencia de espacios productivos, etc. En este contexto, volver simplemente a la “normalidad” sería un error, ya que muchos de estos problemas eran previos al desastre.
Se apuesta por repensar el territorio desde una perspectiva ambiciosa y transformadora, basada en la puesta en valor de los importantes recursos capaz de dar respuesta tanto a las carencias históricas como a los nuevos desafíos sociales, económicos y los riesgos climáticos.
Puede descargar el Informe pinchando aquí.