Bolsas de aperitivos con menos patatas, paquetes de merluza con una reducción del número de lomos o envases de pasta en los que hay menos cantidad de macarrones. El fenómeno llamado ‘reduflación’, que consiste en dar menos producto por el mismo precio, se expande en los lineales de los supermercados españoles por el incremento de los costes de producción. Desde la OCU avisan de que hasta un 7% de los alimentos envasados han reducido su peso en los últimos meses.
Fuentes del Ministerio de Consumo también admiten que han llegado quejas de consumidores por este fenómeno a las consejerías de las comunidades autónomas, «que son la competentes». Al mismo tiempo, desde el departamento dirigido por Alberto Garzón recuerdan que se trata de una práctica legal siempre y cuando el peso indicado en la etiqueta sea el correcto.
Finalmente, a los fabricantes y distribuidores no les ha quedado más remedio que trasladar el alza de los costes de producción sobre los de venta finales. Tras años de estabilidad y sin registrar variaciones en los precios de venta final, los artículos de alimentación en los supermercados subieron una media del 9,4% en los últimos 12 meses, pero aumentaron el ritmo de incremento en marzo, según el Observatorio de precios OCU publicado recientemente. A causa de estos encarecimientos, el gasto que las familias destinan a alimentación subirá en más de 500 euros anuales.
Al mismo tiempo que se encarece la compra, el portavoz de la asociación, Enrique García, denuncia el fenómeno de la ‘reduflación’, por el que las marcas apuestan por la reducción del contenido de envase y el mantenimiento «o incluso subida del precio del producto». «Recomendamos a los consumidores que siempre comparen el precio por unidad de medida. Esta práctica es legal, pero consideramos que es engañosa», afirma. «Los precios pueden estar subiendo más de lo que parece», avisan desde la OCU.
En Gelt, aplicación de promociones en el sector de gran consumo, también estiman una subida de la cesta media de alimentación de un 7% de media desde el pasado mes de enero. El director global de Data de Gelt, José Luis Varela, explica que las marcas, con el fin de contrarrestar la inflación, «sacan producto del envase pero mantienen los precios».
Esta tendencia se da, sobre todo, en las marcas de fabricante, según Varela. «Las compañías que elaboran sus productos para marcas de distribución sí están manteniendo los tamaños. En este caso hay más interlocutores y hacer cambios es más complicado», concreta. En cambio, las marcas blancas sí están aplicando fuertes subidas de precios «en las últimas cuatro semanas», «En paralelo, las marcas de fabricante mantienen los precios, pero para poder contrarrestar la inflación, reducen el peso o contenido del producto», cuenta Varela.
El presidente de Winche Redes Comerciales, Javier Scherk, se muestra a favor de la ‘reduflación’ «en tiempo difíciles» y con los costes en origen disparados. «A veces, es mejor reducir el gramaje y mantener el precio psicológico. En consecuencia, la renta disponible del consumidor no queda afectada, solo su capacidad de consumo», razona. «Quitar peso al producto es el escenario menos malo en un contexto de subidas brutales de costes y con productos que se han encarecido hasta tres veces en los últimos nueve meses», añade.
Así, Scherk, cuya empresa se encarga de gestionar establecimientos de gran consumo y conoce de primera mano el sector, remarca que tanto la industria como la distribución están realizando un «esfuerzo inmenso» para repercutir los costes lo menos posible. «Los fabricantes y distribuidores asumen unos costes enormes y, en comparación, las repercusiones en el precio son muy modestas», apostilla. «Lo único que se puede hacer es intentar repartir el daño que la sociedad mundial está sufriendo por el encarecimiento de la producción que conlleva sufrir una guerra en Europa», añade.
Scherk no se muestra optimista respecto a lo que ocurrirá en los próximos meses: «Este año tenemos un problema de precios, el año que viene, quizá puede ser de disponibilidad», advierte. «Este año aún podemos disfrutar de la cosecha de girasol y trigo de Ucrania del año pasado, pero en la del año que viene no tendremos ningún producto procedente de ese país.
Comparar el precio por unidad
En este contexto, los consumidores están reaccionando con diferentes estrategias de ahorro y adquiriendo hábitos como mirar el precio por unidad o buscar promociones y ofertas, así como elegir más marcas blancas para abaratar la cesta.
Por ello, los españoles cada vez mirar más el precio cuando van al supermercado y están muy pendientes de encontrar ofertas, según el último estudio de Aecoc Shopperview. Además, el 52% de las familias ya compra más marcas de distribución o blancas que hace unos meses, según se concluye en el mencionado análisis.
Además, otra estrategia de ahorrar, aparte de la de seleccionar promociones o llenar la cesta con marcas de distribución, consiste en comprar productos sustitutivos más baratos siempre que sea posible. Consumir frutas, verduras y pescado de temporada, elegir las gamas más baratas de cada categoría de alimentación o comprar las partes más baratas de la ternera o el cerdo son algunas de las opciones alternativas para combatir la subida de precios.
Más presiones inflacionistas por la subida de costes en los próximos meses
Tras meses de contención, las presiones inflacionistas en los costes de producción se han trasladado finalmente a los precios finales, según constatan los expertos de Analistas Financieros Internacionales (AFI). De un informe de AFI se desprende que los hogares, con una tasa de ahorro en descenso y una renta disponible que solo crece de forma moderada, se encuentran ahora en «una situación más vulnerable» que hace apenas unos meses.
Los expertos de AFI pronostican que, en un contexto como el actual de mayores tensiones en los costes de producción, las empresas continuarán trasladando el aumento de los mismos a los precios finales al consumidor, con lo que se acentuarán, todavía más, las presiones inflacionistas. Así, en el análisis se concluye que la preocupación se centra en los hogares, ya que se producirá «un notable deterioro de su poder adquisitivo, lo que tendrá un impacto negativo sobre las perspectivas del consumo privado».
Fuente: ABC